Terapia Gestalt

 

 

"CUENTOS PARA DEMIÁN"

Por Jorge Bucay

Los cuentos que contaba mi analista.

Nuevo extremo. Bs. As. 1999.-

 

 

¿QUÉ TERAPIA ES ESTA?


Desde hacía tiempo muchos

de mis amigos me preguntaban

a mí, como le preguntaban a

otros, qué tipo de terapia era

esta que yo estaba haciendo.

 

 

Estaban todos tan

sorprendidos por algunas

cosas que yo contaba

sobre el gordo y sobre lo que

pasaba en el consultorio,

que no podían encuadrar

esta forma de trabajar

con ningún modelo

terapéutico que ellos

conocieran (y, para qué

negarlo, con ninguno que

yo hubiera conocido tampoco).

 


... Así que aquella tarde, cuando

llegué, aprovechando que mis

cosas estaban más o menos en

calma (ordenadas cada una en

su lugar como decía el gordo),

le pregunté a Jorge qué terapia

era esa.


¿Qué terapia es? ...

Qué sé yo...

¿Será terapia esto?

_ me contestó el gordo.


¡Mala suerte!, pensé, el gordo

está en esos días herméticos

en que es inútil tratar de

obtener respuesta a algo...

Insistí:


_ En serio, quiero saber.


_ ¿Para qué?


_ Para aprender.


_ ¿Para qué te serviría aprender

qué tipo de terapia es esta?


_ Ya no puedo zafar de esto,

¿no?

_ dije, intuyendo lo que seguía.


_ ¿Zafar?

 

¿Para qué querés zafar?


_ Mirá, me rompe las pelotas

no poder preguntarte nada.

Cuando VOS tenés ganas,

te copás explicando y cuando

no, es imposible conseguir que

contestes una puta pregunta.

Carajo, ¡No es justo!


_ ¿Estás enojado?
_ Síííííí, estoy enojado.
_ ¿Y qué hacés con tu enojo?

¿Qué querés hacer ahora con l

a bronca que sentís?

¿Te la vas a llevar puesta?
_ No, quiero putear.

¡La puta que lo parió!
_ Puteá otra vez.
_ ¡La puta que lo parió!
_ Otra vez. Otra vez.
_¡¡ LA PUTA QUE LO PARIÓ!!
_ Seguí.

¿A quién estás puteando?

¡Seguí!
_ La puta que lo parió!

Gordo de mierda.

¡La puta que te parió!

 

El gordo miró en silencio cómo

yo recuperaba el aliento y

retomaba poco a poco mi

perdido ritmo respiratorio.


Recién algunos minutos

después, abrió su boca:


_Este es el tipo de terapia

que hacemos, Demi, una

terapia al servicio de comprender

lo que te está pasando en cada

momento.

Una terapia destinada a abrir

brechas entre tus máscaras,

para dejar salir cada vez más

al verdadero Demián que sos.


Una terapia, de alguna manera,

única e indescriptible, porque

está armada sobre las estructuras

de dos personas únicas e

indescriptibles que somos vos

y yo; y que han acordado, por

ahora, prestar más atención al

proceso de crecimiento de una

de ellas: vos.


Una terapia que no cura a

nadie, porque reconoce

que sólo puede ayudar

a algunos a que se curen

a sí mismos.

 

Una terapia que no intenta

producir ninguna reacción,

sino solamente actuar

como un catalizador capaz

de acelerar un proceso,

que se hubiera producido

de todas maneras con o

sin Facilitador.

 


Una terapia que (al menos con

este Facilitador), se parece

cada vez más a un proceso

didáctico, y en fin, una terapia

que jerarquiza más el sentir

que el pensar, más el hacer

que el planificar, más el ser

que el tener, más el presente

que el pasado o el futuro.

 


_ Ese es el punto. El presente.

Esa es la diferencia que me

parece que hay con mis

terapias anteriores:

el énfasis que vos ponés

en la situación actual.

Todos los otros Facilitadores

que conocí o de los que me

contaron siempre, están

interesados en el pasado,

en las razones, en los

orígenes del problema;

vos no te ocupás mucho

de todo eso.

Si no sabés dónde empezó

el despelote ¿Cómo podés

arreglarlo?


_ Para hacerla corta, la vamos

a tener que hacer larga.

A ver si lo puedo explicar:

en el universo terapéutico,

y hasta donde yo sé, habitan

más de 250 formas de terapia

que se corresponden más

o menos con otras tantas

posturas filosóficas.

 


Estas escuelas son todas

diferentes entre sí, en la

ideología, en la forma

o en el encuadre, pero

apuntan creo, todas a

un mismo fin:

mejorar la calidad de vida

del paciente.

 

Quizás en lo que no podamos

ponernos de acuerdo es en lo

que para cada Facilitador

quiere decir "mejorar la

calidad de vida"... pero

en fin!


Sigamos. Estas 250 escuelas

podrían agruparse en tres

grandes líneas de pensamiento,

según el acento que cada

modelo psicoterapéutico ponga

en su exploración de la

problemática del paciente:


Escuelas que se focalizan

en el pasado.

Escuelas que se focalizan

en el futuro.

Escuelas que se focalizan

en el presente.

 


La primera línea, lejos la más

poblada, incluye todas aquellas

escuelas que parten

(o funcionan como si

partiesen) de la idea que

un neurótico es un tipo que

una vez, allá lejos, cuando

era chiquito tuvo un problema

y paga desde entonces las

consecuencias de aquella

situación.

 

 

 

El trabajo entonces consiste en

recuperar todos los recuerdos

de la historia pretérita del

paciente, hasta encontrar

aquellas situaciones que

ocasionaron esta

neurosis.

 

 

Como estos recuerdos

están, según los analistas,

"reprimidos"en el inconsciente,

la tarea es hurgar en ese

inconsciente buscando los

hechos que fueron

"ocultados".

 


El ejemplo más claro de este

modelo es el psicoanálisis

ortodoxo.

Para identificar a estas

escuelas, yo suelo decir

que buscan el

¿POR QUÉ?


Muchos analistas, como yo los

veo, creen que con sólo

encontrar el motivo de ese

síntoma, esto es, si el

paciente descubre por qué

hace lo que hace, si se hace

consciente lo inconsciente,

entonces todo el mecanismo

empezará a funcionar

correctamente.

 


El psicoanálisis, por tomar la

más difundida de estas escuelas

tiene como casi todas las cosas,

ventajas y desventajas:


La ventaja fundamental es que

no existe (o yo no creo que exista)

otro modelo terapéutico que brinde

un conocimiento más profundo

de los propios procesos interiores.

 

 

Ningún otro modelo es capaz,

parece, de llegar al nivel de

autoconocimiento al que se

podría llegar con las técnicas

freudianas.


En cuanto a las desventajas

son por lo menos dos.

Por un lado, la duración del

proceso terapéutico

(según me dijo alguna vez

un analista, un tercio del

tiempo vivido por el paciente

cuando comenzó su terapia),

demasiado largo, lo cual lo

hace fatigoso y antieconómico

(no sólo en dinero).

 

Y por otro lado, la dudosa

efectividad "terapéutica"

del modelo. Personalmente

dedo de que el insight alcance

verdaderamente para modificar

un planteo de vida, una

postura enfermiza o el motivo

de consulta que trajo al

paciente a consulta.

 

En la otra punta, creo yo, están

las escuelas psicoterapéuticas

focalizadas en el fututo.

Estas líneas, muy en boga

en este momento, podría yo

sintetizarlas más o menos

en lo siguiente:

 

 

El verdadero problema es que

el consultante equivoca la

conducta adecuada a su intención.

 

Por lo tanto, la tarea no

consiste en descubrir por

qué le pasa lo que le pasa

(esto ya se da por sentado),

ni en saber quién es el

individuo que sufre; el punto

es cómo conseguir que el

paciente llegue adonde él

se propone, o consiga lo

que desea o enfrente lo

que teme para vivir más

productiva y positivamente.


Esta línea representada en

forma clásica por el

conductismo, propone la

idea de que sólo se

pueden aprender nuevas

conductas ejecutándolas,

cosa que el paciente

difícilmente se atreverá

a hacer sin la ayuda,

el apoyo y la dirección de

una ayuda exterior.

 

 

Esta ayuda será

preferiblemente dada por

un profesional que le

indicará las conductas,

recomendará en forma

explícita las actitudes y

acompañará de hecho al

paciente en este proceso

de reacondicionamiento

saludable.

 

 


La pregunta básica de este

modelo no es ¿Por qué?

Sino ¿CÓMO?

 


Esto es, cómo conseguir el

objetivo buscado.


Esta escuela tiene también

ventajas y desventajas:

la primera de las ventajas

es la increíble efectividad

de la técnica y la segunda,

la rapidez del proceso

(algunos neoconductistas

americanos, hablan hoy

de terapias que insumen

entre una y cinco consultas).

 

La desventaja más obvia es

que para mí el abordaje es

superficial; el paciente nunca

termina de conocerse ni de

descubrir sus propios recursos

y queda por lo tanto, ligado a

resolver solamente la situación

de consulta y en estrecha

dependencia de su Facilitadora.

Lo que no tendría nada de

malo, pero no alcanza para

el imprescindible

contacto con uno mismo.

La tercera línea es, desde el

punto de vista histórico,

la más nueva de las tres.

Está integrada por todas

aquellas escuelas

psicoterapéuticas que

focalizan su tarea en el

presente.


Desde el punto de vista general,

partimos de la idea de no

investigar el origen de los

sufrimientos ni elegir

conductas para saltear

ese sufrimiento; más bien

se centra en establecer qué

está pasando con esta

peculiar persona que

consulta y para qué

está ella en esta situación.


Vos sabés que esta es la línea

que yo elijo para trabajar y por

ello es obvio que creo que es

la mejor.

 

No obstante lo cual, reconozco

que también este camino tiene

desventajas (... y hasta

ventajas):


Comparativamente, no son

terapias tan largas como

el psicoanálisis ni tan

cortas como las

neoconductistas; una terapia

de este modelo transcurrirá

en un lapso de seis meses

a dos años.

Sin tener la profundidad

ortodoxa, generan a mi

criterio una buena dosis

de autoconocimiento y un

buen nivel de manejo de los

recursos propios.


Por otro lado, si bien es capaz

de fertilizar el proceso de mejor

contacto con la realidad actual,

anida el peligro de promover

en los pacientes, aunque sea

por un rato, la idea de una

filosofía de vida pasatista

y liviana, una postura de

"vivir el momento" que

no tiene nada que ver con

el "presente" que estas escuelas

plantean, el que por supuesto

admite y requiere muchas

veces de la experiencia y de

los proyectos de vida.


Hay un viejísimo chiste que

quizás sirva para ejemplificar

estas tres líneas.

La situación del chiste es

muy burdamente la misma y

voy a contarte tres finales

diferentes para darme el lujo

de burlarme por un ratito

de estas tres líneas de

pensamiento:


SITUACIÓN BASE

(Común a los tres):


Un tipo tiene encopresis

(en buen romance:

se caga encima).

Consulta a su médico que,

luego de exámenes e

investigaciones,

le recomienda (no habiendo

encontrado base orgánica)

consultar con un psicofacilitador.

 

FINAL ALTERNATIVO UNO.


(El Facilitador consultado fue

a un psicoanalista ortodoxo).

Cinco años después, el tipo

se encuentra con un amigo:
_ Che,

¿Cómo te va con tu terapia?
_ ¡Bárbaro!_ contesta el otro,

eufórico.
_ ¿Ya no te cagás más encima?
_ Mirá, cagar me sigo cagando,

pero ahora ya sé por qué me

cago!

 

FINAL ALTERNATIVO DOS.


(El Facilitador consultado fue

a un conductista).


Cinco días después, el tipo se

encuentra con un amigo:
_ Che,

¿Cómo te va con tu terapia?
_ ¡Bárbaro!_ contesta el otro,

eufórico.
_ ¿Ya no te cagás más encima?
_ Mirá, cagar me sigo cagando,

pero ahora uso bombachitas de

goma.

 

FINAL ALTERNATIVO TRES.


(El Facilitador consultado fue

a un gestáltico).

Cinco meses después, el tipo

se encuentra con un amigo:


_ Che,

¿Cómo te va con tu terapia?
_ ¡Bárbaro!_ contesta el otro,

eufórico.
_ ¿Ya no te cagás más encima?
_ Mirá, cagar me sigo cagando,

pero ahora no me importa!!


_ Pero ese planteo me parece

demasiado apocalíptico quise

defender yo.


_ Es posible, pero en todo caso

este Apocalipsis es real.

Tan real como que tu sesión

terminó.

 

... Hacía mucho que no puteaba

tanto a alguien!.

 

 

 

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