Huérfano.
El Huerfano es el cinico, la personalidad que ve cual de nuestras
cualidades debe sacrificar o esconder para representar el papel del
inocente, para que le acepten. Es la parten de nuestro ser interior
que aprende a reconocer y evitar situaciones que probablemente puedan
dañarnos. Trata de protegernos de sentirnos abandonados, heridos o
victimas. Para ello, se vale incluso de tretas o conocimiento que
a nivel consciente no sabemos ni que lo poseemos, por lo que se convierte
en un valuoso defensor de nuestro bienestar a ultranza, negando a
veces la posibilidad de nuevas experiencias por miedo a no salir bien
parado de ellas.
La Luz
del Huérfano
Se siente decepcionado
y/o traicionado. A partir de las heridas y del dolor que estas conllevan,
se decide a crecer como persona. Sabe que desea ser cuidado y atendido,
un deseo natural para el niño que lleva en su interior. Quiere que
otras personas o Dios se ocupen de él, pero se da cuenta que nadie
vendrá a cuidarlo o rescatarlo. Tendrá que hacerlo él mismo. Deja
correr sus sentimientos de decepción, dolor y escepticismo, siente
su propia impotencia e ineptitud. Se une a un grupo de personas que
se sienten igual que él, se ponen de acuerdo para ofrecerse apoyo
mutuo y compartir sus sentimientos y descubrimientos.
La Sombra
del Huérfano
Es la victima,
espera recibir un trato especial y ser eximido de vivir y por lo tanto
de asumir responsabilidades, porque ha sido victima o porque es tan
frágil. Ataca incluso a aquellas personas que están tratando de ayudarlo,
incluso haciéndose daño a sí mismo. Tal vez se desmorone y pierda
la capacidad de funcionar; por ejemplo, puede decir o pensar: “No
esperes nada de mi. Estoy tan herido(a), me siento traicionado(a)”.
Es el niño interior que se siente abandonado(a), traicionado(a), victimizado(a),
descuidado(a), decepcionado(a), solo(a).